Como decíamos ayer martes en el recreo caíamos en la cuenta de cuán natural sentimos ya el colegio, sus pasillos y aulas, nuestros sitios (ya no pensamos dónde vamos), las casas y las familias…
Estamos preparados para continuar nuestra conquista normanda. Y extramuros nos dirigimos al corazón de Rouen.
De la mano del Sr. Gimeno, sevillano normando, hemos explorado avenidas, plazas y callejones, buscando la respuesta escondida en las casas retrancadas medievales, en el vieux marché, en el tejado escamoso de la iglesia de Santa Juana de Arco, que escondía además la faz de un dragón, el origen de las gárgolas. Tuvimos que escudriñar las fachadas de casas para buscar a San Nicolás, San Román y San Fortunato, que normalmente sujetan los frontales de las puertas, pasar por callejones lúgubres e ignotos para el ruanés diario, hasta entrar en un patio interior rodeado por un extenso osario (aquí se recogían los restos del pueblo asolado por la peste). Tenemos la prueba fotográfica de la posada más antigua de Europa, una fachada normanda que ganó el caso a Mc Donald’s, así que en este establecimiento se comen las hamburguesas con maderos cruzados y retranca en la parte inferior del edificio.
Impresionantes las maravillas góticas como el Palacio de Justicia, el Hôtel de Ville, la iglesia de St. Maclou, la abadía de St. Ouen. Y la catedral.
La prueba ha sido superada. Hemos dado respuesta a todas las cuestiones planteadas por el Sr. Gimeno (que pone mucha voluntad en entender nuestro francés) y nos han agasajado con un obsequio a los pies de la única estatua ecuestre de Rouen: Qué deliciosos y merecidos macarrons.
